Llegó en el mes de diciembre y tuvo que habituarse al cambio de clima y de compañeros, algo que le resultó más fcil de lo que en principio parecía. Él, conn su madurez recién estrenada, no se había encontrado nunca en una situación así: absorto y con un pensamiento único durante todo el día y toda la noche. Él no lo sabe, pero se ha enamorado hasta las trancas. No lo pudo evitar, ni quiso, fué un amor a primera vista, y no es para menos. Ella es una joven expectacular, la más hermosa y bella que él pudiera imaginar, con ese caminar elegante, su pelo claro, su carácter decidido que hace que todos la imiten y la erijan como líder.
¡Cómo esperar que se fijara en él! Sólo podía contentarse con estar sentado a su lado algunos ratos, ya que si en alguna ocasión intentaba otro tipo de acercamiento recibía de ella toda suerte de desprecios.
Lo peor era por la noche, cuando los separaban. Para poder verla, él ni entraba en su caseta, permanecía fuera bajo la lluvia y la nieve y así contemplar a su amada Heidi. Llegó incluso a perder el interés por alimentarse.
Try tuvo la suerte que su amor fuese observado por el monje que los cuida, quien al abservar que no comía llamó asustado al veterinario. El estar bajo la nieve le causó una neumonía.
Ahora Troy se recupera dentro del claustro del monasterio, donde resuenan sus aullidos de pena llamando a Heidi. Ella, su única razón de existir, y ahora no puede verla.
¿Qué queréis que os diga? A mí me encantaría que se enamoraran de mí de esa manera, pero tal vez mi karma sea ser una enamorada no correspondida como Troy.